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lunes, 22 de octubre de 2018

Migrantes: La fuerza del prejuicio

Marcando Tendencia / @masdurango


La caravana de migrantes centroamericanos que ingresa a nuestro país ha puesto de manifiesto los viejos prejuicios que existen en torno a la figura del extranjero, sobre todo, si su condición es de pobreza, marginación y exclusión social. Observamos un resurgimiento del racismo en nombre de la seguridad fronteriza. Los prejuicios que lo acompañan atribuyen a las características físicas y culturales de las personas, una relevancia social que es, al mismo tiempo, política. El migrante es percibido como un peligro para la comunidad y la seguridad nacional, por lo que su persecución no conoce límites, ni reglas. Es considerado un advenedizo al que hay que mantener alejado a través de leyes, reglamentos o políticas excluyentes diseñadas desde los poderes públicos.

La xenofobia antiinmigrante es una muestra del racismo de nuestro tiempo. Un fenómeno que produce estigmas y clasificaciones de las personas y grupos a partir de atributos considerados naturales y prototípicos. Genera una identidad colectiva sustentada en el descrédito de quienes integran algunas categorías sociales, así como en sus supuestos defectos, fallas o desventajas. A lo largo de su historia la especie humana se ha convertido, desde el punto de vista biológico, en un grupo que expresa múltiples biotipos o variedades perfectamente distinguibles a simple vista. Los humanos no somos los únicos seres que presentamos tal diversidad, sin embargo, sólo nosotros la utilizamos para establecer jerarquías sociales y políticas de superioridad e inferioridad, así como de inclusión y exclusión.

La migración internacional es producto de la mayor interconexión económica, social y cultural entre los países que depende de su diferente desarrollo económico. Es un acontecimiento que proyecta cambios cualitativos en la agenda regional y modificaciones importantes en la geografía migratoria de origen y destino. También implica una mayor presencia de las zonas urbanas como punto de partida que transforma los patrones migratorios relativos al sexo, escolaridad, posición en el hogar, tiempo de estancia y edad. Actualmente, las migraciones son uno de los asuntos más complicados y conflictivos a nivel planetario. El gobierno mexicano ha tratado de adaptarse a esta nueva realidad migratoria, sin embargo, en sus políticas prevalece un enfoque articulado a la seguridad nacional en lugar del reconocimiento de la seguridad humana, concebida como el goce de los derechos inherentes a toda persona independientemente de su condición migratoria.

El odio contra los migrantes se sustenta en la idea de que son invasores que deben ser tratados como enemigos. Sobresaliendo un aspecto crítico del fenómeno: la persistente violación de sus derechos humanos y el enfrentamiento a situaciones de discriminación y ruptura familiar. Son particularmente vulnerables niños, adolescentes, mujeres y personas de la tercera edad. Urge una Cumbre Mundial sobre las Migraciones, que establezca un diagnóstico preciso de la problemática y sus perspectivas a corto plazo, que defina las modalidades para abordar sus causas estructurales y los efectos multidireccionales, así como las políticas institucionales que permitan garantizar los derechos humanos de los migrantes.
Ha llegado el momento de formular una nueva concepción del interés nacional mexicano que se aleje de las tradicionales y acomodaticias estrategias de la no intervención en los asuntos que afectan a otros estados nacionales. Debemos rechazar esas doctrinas que sostienen que la mejor política exterior es la que no existe. Además, no será militarizando las fronteras como se encontrarán soluciones a estas crisis humanitarias.

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